¡Dejar de respirar y que os respire
la tierra, que os incendie en sus pulmones
maravillosos!. Mire
quien mire, ¿No verá en las estaciones
un rostro como de aires que se alienta?
(“A la respiración de la llanura” de Claudio Rodríguez)
Viene la tierra en marea arrolladora
amalgamando surcos, atmósfera y figuras. Asciende la materia palpitante
configurando el origen de la pareja primigenia: barro mutado por el soplo vital
en potencial humano cargado de fuerza viril y de ternura de hembra.
Monumental la especie.
Arquetipo de un pueblo transformado, merced a la pintura, en un cantar de
gesta a la heróica sencillez de un trabajo intemporalmente pactado.
Alfonso Guerra Calle hace prender sobre
estos lienzos el arrojo de un sentimiento por algo tan querido como los campo y
las gentes de su tierra. Gaditano, nacido en Arcos de la Frontera, templado en
luces blancas y arreboles, en frutos jugosos y en ecos de azul marino que
crecen hoy más tierra adentro, llega hasta aquí con el resumen de algo más de
un año de su vida pictórica. Bodegones, paisajes y paisajes con figura, géneros
tenidos por tradicionales, son los elegidos para dar cauce a
una irrefrenable voluntad expresiva.
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domingo, 24 de febrero de 2013
Emoción de la Tierra, Emoción de Hombre (1)
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